“¿Crees esto?” (Juan 11:26).

Nuestras grandes experiencias con Dios normalmente tienen lugar en medio de circunstancias muy dolorosas. Es allí donde Dios se encuentra con nosotros. Marta no fue ninguna excepción. Había perdido a su amado hermano hacía cuatro días. Las heridas de su pérdida estaban aún desangrando. En medio de su zozobra acerca de lo que Dios había permitido en su vida, aparece Jesús. Él empieza a hablarle de su hermano, de Sí mismo, y luego, de  la doctrina de la resurrección. Termina diciendo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?(Juan 11: 25, 26).

            A primera vista parece que Jesús está preguntando a Marta si cree en la doctrina de la resurrección. Pero ya creía en esto. Ya le había dicho al Señor: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero” (v. 24). Es una afirmación muy ortodoxa, ¿verdad? ¿Qué le faltaba? Confesar su fe en Cristo. ¡Lo que salva no es una doctrina correcta acerca de salvación, sino Cristo!  La doctrina de Marta estaba de acuerdo con la revelación del Antiguo Testamento (Dan. 12:2), pero Jesús quería llevarla a una fe personal en Él. Ella creía en la resurrección, pero todavía no sabía que Jesús es la resurrección. Decir esto es decir que es divino. Hasta allí no había llegado Marta. Ahora, delante de la tumba de su hermano, ella está preparada a tener una revelación más grande de aquel en quien había creído. ¡Cuando Jesús le pregunta: “¿Crees esto”?, ella no responde, “Sí, lo creo”, sino “Sí, creo en ti”! Esta es la fe que salva, la fe en la persona de Jesús, no la fe en una doctrina.

            Ella le dijo: “Sí, Señor, yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo” (v. 27). Hace una confesión personal de fe en Cristo. “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de lo muertos, serás salvo” (Romanos 10:10). Jesús y resurrección van juntos. ¿Y qué momento mejor de confesar fe en Él que delante de una tumba?

            Y en nuestros momentos de mucho dolor el Señor viene y nos habla de quien es Él, a saber, el que puede hacer lo que nosotros necesitamos en aquellos momentos, porque en su Persona se encuentra todo lo que necesitamos, y luego nos hace la pregunta: “¿Crees esto?”  Jesús es lo que tú necesitas ahora. ¿Crees esto? Que contestemos juntamente con Marta: “Sí, Señor, yo creo que tú eres…” (y aquí ponemos lo que nos haga falta que Él sea para nosotros).  

 

M. Burt