“Ninguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39).

 

No hay barrera eficaz contra el amor de Dios. El amor de Dios traspasa la barrera que sea, atraviesa todos los bloqueos que el enemigo interpone, vence todo obstáculo; no hay muro capaz de impedir que el amor de Dios nos llegue. Esta no es una promesa, es una noticia.

Necesitamos el amor de Dios para funcionar. Es el combustible del motor de nuestra vida. Por eso, el enemigo hace todo lo que pueda para no nos llegue, y todo en vano, porque siempre vence.

El enemigo pretende vencer con sus armas maliciosas: la mentira, la muerte, la persecución, la tribulación, el hambre, la angustia, acusaciones, y amenaza de condenación y, si esto no funciona, él mismo se interpone para bloquear el suministro del amor de Dios, pero todo su esfuerzo es en vano; el amor de Dios vence todo obstáculo.

Podemos sentirnos queridos por Dios en la circunstancia que sea, siempre que no nos creemos las mentiras del enemigo. Mantenemos nuestra fe y confianza en Dios, pase lo que pase, y así siempre nos sentiremos las amadas y apreciadas, y preciosas hijas de Dios que somos.

Dios es vencedor y vence con el amor.