“Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad” (Salmo 29:2).

El propósito de nuestro tiempo devocional con el Señor cada mañana es dar. Nos hemos presentado delante del Señor para ministrarle a Él, para “darle la gloria debida a su nombre”. Debida” significa que hay una deuda. Tenemos una deuda que hemos de pagar al Señor, que es “darle gloria”. Le corresponde. Le es debido. Pagamos la deuda cuando damos gloria al Señor.

Al terminar nuestro tiempo de oración nos hacemos la pregunta: “¿Qué he dado al Señor?”.  Puede ser adoración, aprecio, gratitud, alabanza, una canción, confianza en su nombre, agradecimiento para el disfrute de su presencia, una expresión de fe en Él, comprensión de su Persona; hay muchas cosas que podemos darle. Vamos a entregarnos al ministerio de dar al Señor para producir satisfacción en su corazón.